jueves, 3 de enero de 2013

Inmenso


En estos días estuve naufragando, viendo como ciertas luces se apagan en medio de un mar turbulento de desconciertos, bajo un cielo morado,  llorando en su desconcierto.
A veces suelo comparar a grandes personas, con importantes orquestas, a las que a uno le gustaría escuchar por siempre, aunque no pueda comprender esas partituras únicas deben ser pausadas en el silencio. Y cuando ese grito ensordecedor nos embriaga, sentimos como que ya nada va a ser lo mismo, mojados, y solos en medio de la inmensidad del universo, sin tener ninguna pregunta lo suficientemente lúcida de claridad y así obtener la respuesta adecuada para descansar el remolino de suspiros y tristeza que nos deja ese abrazo cuando se aleja.
No puedo escapar a ese sentimiento, por mas que trate de sentirme exiliado, esa sensación de sentirme desterrado, ese sudor en las manos, esa mirada que se exilia en el tiempo. 
Y así nos quedamos, mirando el infinito, buscando, nadando en recuerdos, aullando sin salvavidas, con su olor, su voz. Si tan sólo tuviese la valentía para aceptarlo.
Cuan expuestos quedamos, con los mismos miedos, con esos mismos miedos que nos vienen a visitar, llenando nuestros cielo rasos de preguntas secretas, íntimamente secretas, que nunca nos dejan descansar. 
Es en vano que trate de escapar del sentimiento encontrado, que nos acercan mas a nuestra soledad, debe ser por eso que necesitamos tanto a las estrellas, y no la podemos dejar de contar. 
Tan inmenso es el pensamiento del universo de los sentimientos que jamás lo vamos a dejar de suspirar. 
Maldita gravedad lagrimal.
Es que a veces la línea es tan delgada cuando uno se sabe caminar en equilibrio, entre la justicia o la injusticia de su paso, o su despedida.
A veces, uno no quiere dejarlos de soñar.

Fue un honor, Isa.

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