Que el camino siga sin un antes ni un después, sino un ahora y un siempre.
Que lo que sentimos se arraigue como la fuerza de la misma naturaleza que todo lo cubre, y florea por permanecer.
Que nuestros miedos así sigan, menos enojados con nosotros mismos y más alertas con el destino.
Que los que amamos sigan siendo el sosten de los puentes a nuestros lugares sanos, reivindicando todo lo que sembramos.
Que el camino siga sin un antes y un después, sino un ahora y siempre, con la armonía que así lo amerita.
jueves, 3 de enero de 2019
jueves, 13 de diciembre de 2018
Entender
Entender que el silencio no es un simple momento, que puede ser tan
incierto como el hoy, y así se va a quedar por no sabemos cuánto tiempo,
ahondando las mareas de nuestros continentes, los caudales de viento
que nos despeinan los sentimientos.
Nadie sabe bien con que bostezo nació, o después de que arrullo nació, pero la verdad es que mentiríamos si le buscásemos una fecha, o el lugar dónde partió sin rumbo pero con una misión, un propósito, un fin, y por qué no una canción.
Y así nos abraza buscándolo entre sudestadas de sueños sahumados y murmullos de ecos que quedaron abrigados en el recuerdo, siempre bienvenidos al corazón.
Nadie sabe bien con que bostezo nació, o después de que arrullo nació, pero la verdad es que mentiríamos si le buscásemos una fecha, o el lugar dónde partió sin rumbo pero con una misión, un propósito, un fin, y por qué no una canción.
Y así nos abraza buscándolo entre sudestadas de sueños sahumados y murmullos de ecos que quedaron abrigados en el recuerdo, siempre bienvenidos al corazón.
Canción
Quisiera escribirme un lindo cuento de amor, para contarme en silencio, acurrucado, soplándolo al corazón.
Antes de despedir lo que veo, acariciar el último recuerdo, antes de que la luz se haga apagón.
Entre parpadeos de sueños naufragando, enredados entre pestañas vencidas, entregado en la calma del suspiro que por nobleza en silencio nos viene a abrazar, llevándome sin resistencia de nuevo al sol, hasta que decida regresar.
Dulce niño que ronroneas cada vez que te asomas a ver cómo se ve el mundo sin alma de crayón, escondido debajo de mis ojos, arriesgando la cobardía por sentir la cara al sol, respirando lluvia, exhalando color.
Quisiera que quiero que seas, seas cuento, colores y huelas a canción.
Antes de despedir lo que veo, acariciar el último recuerdo, antes de que la luz se haga apagón.
Entre parpadeos de sueños naufragando, enredados entre pestañas vencidas, entregado en la calma del suspiro que por nobleza en silencio nos viene a abrazar, llevándome sin resistencia de nuevo al sol, hasta que decida regresar.
Dulce niño que ronroneas cada vez que te asomas a ver cómo se ve el mundo sin alma de crayón, escondido debajo de mis ojos, arriesgando la cobardía por sentir la cara al sol, respirando lluvia, exhalando color.
Quisiera que quiero que seas, seas cuento, colores y huelas a canción.
Tan lejos
Tan lejos del sol, todo brilla con más intensidad, los sueño no se
abandonan nunca, por más que no latan por temor a quedar sueltos sin
dueños, ni conexiones al corazón. Somos instantes, tan sólo suspiros,
que buscan la claridad de la eternidad en un plano que vamos a dejar, y
no vamos a poder comprobar nuestra huella en el barro del recuerdo
colectivo.
Luchamos en vano por llegar a un reconocimiento innecesario e improductivo, ya que la única lluvia que moja es la del cielo, y no así los aplausos sordos del sudor creativo necesario del ser.
Nos perdemos comprando luces de suspiros, llamas para asustar al olvido, amuletos, colores, sonidos, olores y sabores, nos perdemos en encontrar algún puerto que llegue a la felicidad anhelada, prometida y robada, pero tan sólo en esa búsqueda solitaria, triste y traicionera nos perdemos en cuentos chinos, y atajos de caramelos.
Tan lejos del sol, tengo mi cactus que me mira, sin espinas, me abraza, y suspira. Brújula que palpita, vibra para sonreír le a la vida.
Luchamos en vano por llegar a un reconocimiento innecesario e improductivo, ya que la única lluvia que moja es la del cielo, y no así los aplausos sordos del sudor creativo necesario del ser.
Nos perdemos comprando luces de suspiros, llamas para asustar al olvido, amuletos, colores, sonidos, olores y sabores, nos perdemos en encontrar algún puerto que llegue a la felicidad anhelada, prometida y robada, pero tan sólo en esa búsqueda solitaria, triste y traicionera nos perdemos en cuentos chinos, y atajos de caramelos.
Tan lejos del sol, tengo mi cactus que me mira, sin espinas, me abraza, y suspira. Brújula que palpita, vibra para sonreír le a la vida.
Sin sombra
El árbol no crece sin sombras, como sonajeros gigantes, esperan nuestro
regresar. Volvemos por que es necesario, unir nuestras sombras siendo la
misma naturaleza, volver a sentirnos tierra de nuestra tierra, y antes
de partir sembrar otra esperanza, otro suspirar. Alejarnos sin soltar.
Reflejo
El reflejo sólo hipnotiza la sorpresa al verlo, su profundidad, su sentido es el que nos enseña a entenderlo.
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