lunes, 18 de septiembre de 2017

Valiente

Las personas valientes, son esas que se animan a soñar, a salir del cuerpo e ir a naufragar sin rumbo, ni destino, esos que se animan a dormir sin cama, a volar sin alas, y no conciben que al cerrar los ojos deben de descansar del fuego que los hace libres, dueños de su tiempo y su verdad.
Mariposas valientes que sienten el deber de llegar al sol, sentir el calor original, que por alguna razón palpitan sólo en ellos, y saben que sus sueños van a engendrar en nuevas noches vírgenes por explorar.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Nadando

Me quiero ir, silbando, planeando, nadando por los cielos enredado en sus vientos, escalar el firmamento, enraizar me en nubes manchadas por mi soñar. 
Añoro tanto mi infancia, que en el cielo tiene su altar.

Miramos

Miramos asombrados a la naturaleza y todos sus dones, como es posible que sea estéticamente tan poeta en sus colores, hipnotizándonos, llevándonos a un silencio interior que nos llena de nosotros mismos en estado puro de liviandad. Camaleón eterno, nuestra raíz primitiva que nos recuerda que somos parte de sus poros, el mismo equilibrio nos acuna devolviéndonos al Universo que nos dio de nacer, nos besó la chispa mínima que generó nuestro latir, palpando en nuestra memoria que nunca debemos de partir, olvidarla y seguir.
Como sabuesos hambrientos seguimos su olor, sintiendo esa gula eterna que nos despierta de noche antes de dormir, dibujando una sonrisa en ese anhelo que tienen marineros cuando desamarran sus ojos antes de partir.
Miramos añorando volver a ser parte de ese equilibrio del que un día nos despedimos creyendo que eramos nosotros, y que nunca iba a tener fin, sintiendo como nuestro ego eclipsaba al sol, nuestras pisadas sembraban vida, y a todo cuento nosotros predecíamos el fin.
Miramos, sólo eso hacemos, miramos mientras se apagan las estrellas que nos guían al susurro que nunca debimos dejar de oír.

Habitar

... sólo el que habitó en su propia oscuridad puede sentirse dichoso de extrañar la luz. Sólo el buzo náufrago de sus propios acantilados puede volar sobre sus miedos - aún sintiéndolos, atemorizado, pero sobrevolando sobre cada uno – y no caer en la dulce melancolía de dormir entre sus canciones de pausa y espera. 
Flotando bajo una luna casi negra naufragan los suspiros cansados de engendrar néctar de luz en sus primaveras, callan y se sientan a lamentar el no saber llorar para poder apagar la hoguera ...

Giros

Giramos, es lo único que sabemos hacer, girar. Somos fuentes centrífugas de nosotros mismos, giramos para no perder el equilibrio tan deseado.
Giramos al rededor de todo lo que generamos, deseamos y perdemos. 
Somos trompos de barro y mamadera intentando generar luz, irradiarla de laguna manera para ver como nos reflejamos o simplemente iluminar la niebla que navega al rededor de nuestros sueños y sentir la seguridad cuando se duerme bajo el sol.

Mujer

Mujer, siempre fuiste digna de ser metaforizada por la primavera en tu cuerpo, su creación mantiene despierta las palabras más iluminadas con tal de ser asesinadas, anestesiadas bajo su mirada. 
Creo casi sin error ni pausa en su respiración, que el olor de su corteza madre mantiene húmeda la almohada de los sueños, las miradas perdidas en el cielo sonriendo con esa mueca a cuarto creciente, queriendo ser dueños y esclavos de su semilla de fuego.
Mujer, digno fruto de tentación, supuran anzuelos empapados en tentación divina entre sus susurres sueltos, y un enjambre de peces navegan bajo sus besos

Aunque

Aunque lo intento no puedo, me niego y me vuelvo a pelear conmigo, con todos, con el seguir intentando, y no darme por satisfecho con la respuesta que puedo llegar a encontrar. Nada me sacia, éste calor que siento adentro me ahoga, me arden las yemas, gritan mis venas y no me deja descansar, logro entibiarlo mareándolo en remolinos de silencios y laberintos florecidos pero tan sólo son pausas en el proceder.
Trato de olvidarlo, dejarlo atrás, pero es como un eco que no se da por vencido, me vuelve a picar, muerde, me susurra casi sin cansancio como el viento de la consciencia que con su ansiedad a menudo nos empuja a saltar, a seguir siendo, desafiándonos a bucearnos sin anzuelo, desnudarnos sin piedad, matarnos por renacer, nadar para poder volar.
Camino buscando tratando de poder solaparme, entender que buscan, que perdieron, que será que les duele tanto que no pueden ni la mirada desanclar, que angustia llevan colgando del cuello que sólo transitan siguiendo sus pasos de memoria, una marcha ajena que no se puede olvidar. Como si una maldición los haya encantado robándoles la presencia, surcándoles los pasillos del destino en el que caminan sin poder descubrir el latido que abandonan en cada huella ofrecida, olvidada, anclada como miga de pan. Van marchando con los ojos de vidrio, resguardando los pocos recuerdos, los amuletos que no los dejan entregarse a tener el corazón vacío.
Lo padecen hasta que ya no pueden más con él, ya no quieren esa tristeza, esa piedra que huele a recuerdos y olvido pero no pueden dejar de rezar entre panes húmedos y yerbas del ayer.
Ya nadie sueña con saltar, ser un insolente que grita por iluminar, por mover el polvo que no es tierra, desmembrarse del silencio que no nos suelta el pie y pelear aunque sepamos que la lluvia no nos va a mojar, que iremos a parar al barro de los vencidos y ahí estaremos hasta que aprendamos a nadar. Pero eso no debería de importar, incomodar ni entibiar nuestra bilis ni lagrimear antes de que el dolor conozca el despertar.
Aunque lo intento no puedo, me niego y me vuelvo a pelear conmigo, con mis silencios, con mis dudas que no dejan de engendrar tormentas que me enraízan los ojos en puntos infinitos, abstractos, sentir el desalojarme sin poderme alejar, sintiendo que si me rindo seré un simple recuerdo inconcluso que nunca llegó a ser, a entibiar con el aliento el vidrio que nos separa de los que se conforman sólo con mirar el agua desvanecerse sin tratarla de retener en el recuerdo de las manos y su memoria a temporal.

jueves, 9 de febrero de 2017

Tanta

Hay tanta necesidad en desear conquistar al deseo, enamorarlo hasta su empalagar,  tanta adrenalina por nadar cielos, estar en el aire sin entenderlo, iluminarnos desde la unión con el Universo, ser únicos, ejemplos irreemplazables, soplar vientos de sueños y versos, nadar en lo incierto, esconderse bajo la bruma del pecado, aullar hasta sanar.
Hay tanta necesidad desbordada  que a veces nos ahogamos sin siquiera salpicar al suspiro de los deseos, ese que nos hace desear fecundar más sueños.

miércoles, 11 de enero de 2017

Tan lejos del sol



Tan lejos del sol, todo brilla con más intensidad, los sueño no se abandonan nunca, por más que no latan por temor a quedar sueltos sin dueños, ni conexiones al corazón. Somos instantes, tan sólo suspiros, que buscan la claridad de la eternidad en un plano que vamos a dejar, y no vamos a poder comprobar nuestra huella en el barro del recuerdo colectivo. 
Luchamos en vano por llegar a un reconocimiento innecesario e improductivo, ya que la única lluvia que moja es la del cielo, y no así los aplausos sordos del sudor creativo necesario del ser.
Nos perdemos comprando luces de suspiros, llamas para asustar al olvido, amuletos, colores, sonidos, olores y sabores, nos perdemos en encontrar algún puerto que llegue a la felicidad anhelada, prometida y robada, pero tan sólo en esa búsqueda solitaria, triste y traicionera nos perdemos en cuentos chinos, y atajos de caramelos.
Tan lejos del sol, tengo mi cactus que me mira, sin espinas, me abraza, y suspira. Brújula que palpita, vibra para sonreír le a la vida.

Que pena



Ay ! … qué pena, el Grillo cortó sus venas, enamorado de su ausencia, esa misma que regala su sinfonía que nadie puede callar, víctima de su consciencia sonora como cajita de cristal que nunca sanará. 
Escondido entre sombras, rincones anónimos sin doncellas, ni perfumes a piel recién evaporada, víctima de la dolencia de no poder enamorar, nadie lo puede apreciar besar.
Pobre Grillo, sólo canta por amar.